‘Los Seres de Fe somos Espirituales antes que Carnales’
Creerle a Cristo
Ser Cristico
- 1.-Creerle a Cristo
- 2.-Extractos del Evangelio de Juan
- 3.-Lealtad al Mandato del Cristo Dios
- 4.-Fe Antigua y Nueva Fe
- 5.-Moral como Jurisprudencia de la Conciencia
- 6.-La Batalla de Caín con Dios
- 7.-‘Asumir’: el Drama del Cainismo
‘Los Seres de Fe somos Espirituales antes que Carnales’
Creerle a Cristo
Los Hombres del Mundo (mundanos) interpretan al Cristo en Jesús según ignorancia o voluntad de distorsión. Cristo en Jesús Habla por su Palabra, y por su Testigo Juan (así como en todo el evangelio y en el apocalipsis); y después de leer con honestidad los escritos que definen su calidad, rol y divinidad, no cabría especulación alguna. Al Cristo Dios debemos creerle, y ASUMIR su Verdad tal como Él nos la declara. Esa es la Rectitud de la Fe Cristica.
En estos pasajes extractados del Testimonio de Juan, podemos verificar que Cristo en Jesús nos habla con claridad y evidencia, y con reiterados conceptos de su Verdad.
Cristo: el Verbo, el Dios encarnado en Jesús, Hijo divino del Creador; ‘Hijo de Hombre’ en Jesús e Hijo de Dios en El Cristo; Aquel que ‘viene de arriba’; El que Bautiza por Santo Espíritu; el Dador de La Gracia; Quien ‘abre los Cielos’; Aquel que levanta el Nuevo Templo en Tres Días; Que expulsa mercaderes del Templo de Dios; Aquel que mejor conoce al Hombre; Portador de la Vida Eterna; El Salvador; La Luz que los Hombres deben escoger para rechazar las tinieblas; El Pozo de Agua Viva; El Mesías verdadero; el poder que Cosecha y ordena la Siembra y las Herencias de Los Suyos; el poseedor de La Vida en Sí Mismo; El Dios de la Resurrección; el Juez de Hombres; Testigo y Enviado del Padre Creador; Aquel que anunciaron las antiguas Escrituras; el Pan de Vida; el ‘Yo Soy’. El único camino al Padre. Uno con el Creador.
Extractos del Evangelio
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
4 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 porque de su plenitud tomamos todos, y Gracia sobre Gracia. 17 pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Cristo en Jesús. 18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él nos lo ha dado a conocer.
32 también dio Juan testimonio, diciendo: ‘Vi al Espíritu que descendía del cielo como imagen de paloma, y permaneció sobre Él. 33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios Padre.
49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, ‘tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel’ 50 Respondió Jesucristo: ‘Porque te dije: te vi debajo de la higuera, ¿crees? Cosas mayores que estas verás. 51 Y le dijo: ‘De cierto, de cierto os digo: de aquí en adelante veréis los Cielos abiertos, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.’
2 13 Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesucristo a Jerusalén, 14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. 15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; 16 y dijo a los que vendían palomas: ‘¡Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado! 17 entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: ‘El celo de tu casa me consume’ 18 Y los judíos respondieron y le dijeron: ‘¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?’ 19 Respondió Jesucristo: ‘¡Destruid este templo, y Yo en tres días lo levantaré!’ 20 Dijeron luego los judíos: ‘en cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?’ 21 Mas, Cristo hablaba del templo de su Espíritu. 22 Por tanto, cuando se comprobó su resurrección, de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesucristo había dicho.
23 Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su Nombre, viendo las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, 25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio de hombre alguno, pues Él sabía lo que hay en el Hombre.
3 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: ‘Rabí, sabemos que has venido de Dios como Enviado; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él’ 3 Respondió Jesucristo: ‘de cierto, de cierto te digo, que aquel que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios’. 4 Nicodemo le dijo: ‘¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?’ ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesucristo: ‘de cierto, de cierto te digo, que Quién no naciere por Agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios’ 6 ‘Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es’ 7 ‘No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo’ 8 ‘El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas, ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu’. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ‘¿Cómo puede hacerse esto?’ 10 Respondió Jesucristo: ‘¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 de cierto, de cierto te digo: de aquello que sabemos hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos… ¿y no recibes Mi Testimonio? 12 he dicho ante ustedes cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si dijere las celestiales? 13 Nadie subió al Cielo, sino Aquel que descendió del Cielo; y, este Hijo del Hombre que está ente ustedes, está y viene del Cielo. 14 Y, al igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que este Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas, tenga vida eterna.
16 Porque de tal manera amó Dios al Hombre, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas, tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al Hombre, sino para que el Hombre sea salvo por Él. 18 El que en Él Cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la Luz vino al mundo, y los Hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la Luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas, el que practica la Verdad viene a la Luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
31 El que de Arriba Viene, es sobre todos; el que es de la Tierra, es terrenal, y de cosas terrenales habla; el que Viene del Cielo, es sobre todos. 32 Y lo que vio y oyó, de aquello testifica, pero nadie recibe su Testimonio. 33 El que recibe su Testimonio, este, a su vez, atestigua que Dios es veraz. 34 Porque el Enviado por Dios las palabras del Padre hablan, pues Dios no da su Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.36 El que cree en el Hijo de Dios tendrá vida eterna; pero el que rehúsa creer, y niega al Hijo del Padre, no verá La Vida, sino que la ira del Creador estará sobre éste.
4 5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesucristo cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: ‘Dame de beber’8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ‘¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?’ -Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10 Respondió Jesucristo: ‘si conocieras el Don de Dios, y quién es Aquel que te pide de beber; tú le pedirías, y Él te daría Agua Viva’ 11 La mujer le dijo: ‘Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes esa agua viva?’ 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13 Respondió Jesucristo y le dijo: ‘cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas, quién bebiere del Agua que Yo Daré, no tendrá sed jamás; sino que el Agua que Yo Daré será una Fuente de Agua Viva de la cual emanará vida eterna. 15 La mujer le dijo: ‘Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla’ 16 Jesús le dijo: ‘Ve, llama a tu marido, y vuelve acá’. 17 Respondió la mujer: ‘no tengo marido’. Jesucristo respondió: ‘bien dicho: no tienes marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: ‘Señor, me parece que tú eres profeta, 20 nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros- los judíos- decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar’ 21 Jesús le dijo: ‘Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Es cierto: vosotros- los samaritanos- adoráis lo que no conocéis; nosotros- los judíos-adoramos lo que sabemos; pero la salvación viene de los judíos, 23 mas, la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores de Dios alabarán al Padre en Espíritu y en Verdad; porque el Padre a tales adoradores busca para que lo reconozcan. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en Verdad es necesario que Alaben y Eleven adoraciones. 25 Le dijo la mujer: ‘Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; y cuando él venga nos declarará todas las cosas de Dios’ 26 Jesús le dijo: ‘Yo Soy, el que habla contigo’
34 Jesús les dijo: ‘Mi comida es que haga la Voluntad del Aquel que Me Envió, y que yo haga y acabe Su Obra’ 35 Decís vosotros: aún faltan meses para que llegue la siega. He aquí os digo: ‘alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la cosecha. 36 Y el que trabaja en la obra de Dios recibe su salario, y recoge fruto para vida eterna, para que aquel que siembra goce juntamente con Quién Cosecha. 37 Porque: uno es el que Siembra, y otro es el que Cosecha. 38 Yo los he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron y sembraron antes, y vosotros habéis entrado en sus labores’
5 24 De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree en Aquel que me Envió, tendrá vida eterna; y no vendrá a condenación, porque ha pasado de muerte a Vida. 25 De cierto, de cierto os digo: viene la hora, y ahora es, cuando los muertos en el sueño de la espera oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren Vivirán. 26 Porque como el Padre tiene Vida en Sí Mismo, así también ha dado al Hijo el tener Vida en Sí Mismo; 27 y también le dio autoridad para elevar juicio a los Hombres, por cuanto también es ‘Hijo de Hombre’. 28 No os maravilléis de esto; porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a Resurrección de Vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
30 No puedo yo hacer nada por mí mismo: según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me Envió, la del Padre. 31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
39 escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis Vida. 41 Gloria de los hombres no recibo. 42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? 45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?
6 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la nutrición que Da Vida eterna, la cual este Hijo de Hombre os dará; porque a éste Apartó Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesucristo: ‘esta es la Obra de Dios: que creáis con Fe en el que Él ha Enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesucristo les dijo: ‘de cierto, de cierto os digo: no dio Moisés el pan del cielo, sino Mi Padre es Quién da el Verdadero Pan del Cielo. 33 Porque el pan de Dios es Aquel que descendió del Cielo y Da Vida al Hombre´ 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.35 Jesucristo les dijo: ‘Yo Soy el Pan de Vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en Mí tiene Fe, no tendrá sed jamás. 36 pero, he dicho, que, aunque me habéis visto, no creéis en Mí. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que a Mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del Cielo, no para hacer mi voluntad, sino La Voluntad del Aquel que me Envió. 39 Y esta es la Voluntad del Padre, el que me envió: que de todo cuanto Él me diere, no pierda yo nada, sino que lo lleve a Resurrección en el día postrero. 40 Y esta es la Voluntad del que me ha Enviado: que todo aquel que ve al Hijo, y ponga su Fe en él, tenga vida eterna; y yo le conduciré a Resurrección en el día postrero.
60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesucristo en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ‘¿Esto os ofende? 62 pues, ¡si viereis al Hijo de Hombre subir adonde estaba primero! 63 El Espíritu es el que da Vida; la carne para nada aprovecha; las Palabras que yo os he hablado son Espíritu y son Vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen’ (Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar) 65 Y dijo: ‘Por eso he dicho que ninguno puede venir a Mí, si no me fuere dado por El Padre’
7 37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: ‘Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. 38 El que tiene Fe en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva’. 39 Esto dijo refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que depositaran su Fe en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
8 21 Otra vez les dijo Jesucristo: ‘Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir’ 22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo?, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir 23 Y les dijo: ‘vosotros sois de abajo, Yo Soy de Arriba; vosotros sois de este Mundo, yo no soy de este Mundo. 24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis’. 25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesucristo les dijo: ‘desde el principio os he dicho; 26 muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero Aquel que me Envió es Verdadero; y yo, lo que he oído de Él, esto hablo al Hombre’.
34 Jesucristo respondió: ‘de cierto, de cierto digo, que todo aquel que existe en el pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. 36 Así que, si el Hijo los liberara, serán verdaderamente libres. 37 Sé que son ustedes descendientes de Abrahán; pero procuran matarme, porque Mi Palabra no tiene cabida en vosotros. 38 Yo hablo de lo que he visto y aprendido al lado del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. 39 Respondieron y le dijeron: nuestro padre es Abrahán. Jesucristo les dijo: ‘si fuesen hijos de Abrahán, las obras de Abrahán harían. 40 Pero ahora procuran matarme a mí, hombre que les ha hablado con la verdad, la cual he oído de Dios Padre; Abrahán nunca hizo algo así. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre’. Entonces le dijeron: nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 42 Jesucristo entonces les dijo: ‘Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amarían; porque yo de Dios He Salido, y He Venido; pues no He Venido de mí mismo, sino que Él Me Envió. 43 ¿Por qué no comprenden mi lenguaje? Porque se niegan a escuchar Mi Palabra. 44 Ustedes pertenecen a vuestro padre: el diablo; y los deseos de vuestro padre deben y quieren hacer. Belcebú ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en su principado. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de la mentira. 45 Y a mí, porque digo La Verdad, no me creen. 46 ¿Quién de vosotros me acusa de pecado? Pues si digo La Verdad, ¿por qué no me creéis? 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oyen; por esto no las oyen ni las entienden, porque ustedes no son de Dios’
9 35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es? Señor ¿para que crea en él? 37 Le dijo Jesucristo: ‘pues le has visto, y es el que habla contigo, Yo Soy’ 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. 39 Dijo Jesucristo: ‘para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven y no tienen Fe, sean cegados.’ 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: ‘si fuesen ciegos serían inocentes y no tendrían pecado; mas, ahora, porque decís: ¡vemos! (y no creen en Mí) vuestro pecado permanece’
11 17 Vino, pues, Jesucristo, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Y Marta dijo a Jesús: ‘Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto’. 22 ‘Mas, también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, el Padre te lo dará’. 23 Jesucristo le dijo: ‘Tu hermano vivirá’. 24 Marta le dijo: sí, yo sé que resucitará en la resurrección, en el último Día, al final de los tiempos…’ 25 Espetó Jesucristo: ‘¡no! Marta, Yo Soy la Resurrección y La Vida; el que en mí tiene Fe, aunque esté muerto en cuerpo, tendrá Vida. 26 Y todo aquel que Vive en Mí, no morirá y hallará la vida eternamente. ¿Crees esto?’ 27 Le dijo Marta: ‘sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo para darnos Vida’
14 No se turbe vuestro corazón; si tienen Fe en Dios Padre, tengan también Fe en Mí. 2 En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y subiré y prepararé una estancia para Los Míos, y vendré otra vez, y les tomaré para Mí Mismo, para que donde yo estoy, también ustedes estén. 4 Y ya saben a dónde voy, y conocen el camino’. 5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?’ 6 Jesús le dijo: ‘Yo Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me conocen, también a mi Padre reconocerán; y desde ahora le conocéis, porque le habéis visto’
Lealtad al Mandato del Cristo Dios
En el Sermón del Monte (Mateo 5) el Cristo Vivo coloca las bases para hacernos sus Discípulos. La lectura bajo meditación de este texto nos transporta a las Virtudes del Amor, de la Humildad, de la Justicia, de la Hermandad y de la Lealtad, a nuestros juramentos y compromisos: la Rectitud.
El Cristo, ante Marta, —(Juan 11)— declara la superación de la Ley de Vida, en donde Él es La Resurrección y la Vida, cerrando la antigua ley que determinaba la preeminencia de la muerte hasta el Dia Último, en el cual habría resurrección de los muertos y juicio global; y con este Cambio de la Ley de Vida también mutan los deberes de Fe en el Hombre, ya que desde Cristo la siembra (obra) queda en manos del Ser Humano y la cosecha es Juicio de Su Autoridad. También, en el Sermón del Monte da por superada la antigua ley del Talión (ojo por ojo) e impone la nueva Ley del Perdón y el deber de Orar por quienes nos hacen mal, porque, nos insta a no pensar en modo de ‘enemigos’. Reitera la Ley de Dios: No matar, y en toda su exposición no hay línea alguna sobre la justificación de la guerra.
La Confianza en Cristo es determinante en un Discípulo: el desapego de lo material, la sana administración de las cosas de este mundo, la oración En y Con Espíritu como cordón de oro que une al Leal con Su Dios.
Si Asumimos cada Palabra y Enseñanza del Sermón del Monte con Espíritu de Entrega y Alma de Obediencia: concluiremos que la propuesta de Cristo para hacernos Discipulado digno de su Bendición se separa abruptamente de la realidad de la historia de la cristiandad, y de mucha doctrina e interpretación del cristianismo, desde hace ya tiempo. Difícil resulta la comparación de los Mandatos del Cristo Sabio con la realidad de la historia y la actualidad de las vertientes religiosas que proclaman a Jesús. Incluso en la referencia monótona a ‘Jesús’ sin valorizar la realidad del Cristo, es ya una opción de rebajar a Dios a la sola calidad del ‘varón histórico’ que ‘se glorificó con la muerte en la cruz’.
Ya exponemos ampliamente el verdadero valor de La Salvación depositada en la Coherencia de la Fe en el Cristo Dios, y en los Hechos de Salvación y en el Cambio de la Ley de Vida que Él nos entrega por Gracia del Creador.
Los Cristicos seguimos y nos esmeramos por aplicar en coherencia el Sermón del Monte y su contenido, sin manoseos intelectuales o manipulaciones oportunistas.
Colocamos al Cristo en Jesús tal como Él se presenta y declara. A Cristo nos remitimos. En Cristo creemos y depositamos nuestra Fe. Para nosotros, aquello que Cristo declara y enseña no es una ‘lección’ mundana, filosófica o de ideas abstractas: es MANDATO que debe seguirse En y Con Espíritu, con Alma y Mente bien dispuesta. Entregando la existencia para aspirar a La Vida, que es eterna.
La Coherencia y la Verdad son y deben ser las grandes avenidas del Ser Cristico, el cual Asume que solamente por Cristo se llega al Padre Creador, y obtiene Logro de ser digno de habitar en la Casa de quien nos prepara un Lugar Santo en su Reino.
Recomendamos entrar en los reveladores contenidos del Sermón del Monte en meditación, con paz interior y disponibilidad de Fe. Pero la clave está en: ASUMIR. ¿Hago de estas Palabras una Ley de MI Verdad Interior? ¿Asumo vivir en plena Coherencia con estos preceptos y hacerlos Mi Fe y Mi Moral?
Fe Antigua y Nueva Fe
Desde la institucionalidad del cristianismo, bajo el imperio romano de Constantino (325 de nuestra era), la fe y su práctica religiosa, quedan bajo acérrimo control eclesiástico, y pasa por diferentes etapas de sectarismo, elitismo sacerdotal, privilegios económicos, alianzas políticas, inquisición y combate sangriento en contra de la herejía, cruzadas y guerras. La revolución de Lutero (1517) no solo comporta un cisma que desnuda la corrupción de las jerarquías, sino que abre las ventanas de la fe, permitiendo la entrada de aire limpio y renovador en la cristiandad.
Sin embargo, siglos antes, desde el 1200 de nuestra era, surge en Francia un movimiento de fe no solamente opuesto al sistema del papado y su decadencia, sino que además se sostiene en doctrina Cristica claramente rupturista con los dogmas eclesiásticos, en un esmero de espiritualidad y coherencia que al fin les valió la condena de exterminio por parte del sistema papal.
Los Cátaros son la primera corriente de la fe en Cristo que se rehace a los Evangelios, especialmente al de Juan, y pone en alto ‘el sermón del monte’ como línea de coherencia con la fe que debía purificarse. No que ‘despreciaban’ los escritos del Antiguo Testamento, sino que concebían a Cristo como el portador de la Nueva Ley y allí descansaba todo el bagaje de la Salvación y la santidad.
Muchos Hechos e Historia ha quedado a disposición de todo buen Hombre para que se instruya sobre la realidad de las iglesias, de la religión y su rol, y discernir con honestidad la fe y su coherencia en las vertientes de la cristiandad. Ya en el siglo 21, con una secuela portentosa de Hechos e Historia, y enfrentando el Tiempo de Tribulación en el cual nos hallamos sumergidos, y pudiendo acceder a la información que nos permita mejor formación y mayor criterio objetivo, mal podemos pretextar que ‘no sabemos’ o que ‘nuestra ignorancia es impuesta o involuntaria’.
La fe de la creencia, la fe volcada en los sistemas eclesiásticos, la fe que sigue como redil a un pastor, la fe de la ‘petición’ y del ‘milagro’, la fe sostenida en el apego por un libro, la fe de la esperanza. O la fe concebida como factor baladí, contaminada de relativismo, utilitaria y oportunista, cuyo ‘control’ está enteramente en la necesidad y capricho del creyente. O la fe enclaustrada en dogmas, bajo mentalidad cuadrada y con ánimo de litigio sectario: apta para algún tipo de guerra y de confrontación. O esa ‘fe’ lanzada al viento que proclama idolatrías esotéricas cercanas a los infiernos o a la manipulación de los arcontes. En fin, la fe antigua. En particular, de esta fe antigua, resalta la convicción del mundo evangélico o protestante, o ‘bíblico’, cuyo sustento es el contenido del Antiguo Testamento.
La palabra, en su significado, lo especifica: ‘Antigua Herencia’, o ‘Antiguo Testamento’. También llamada ‘Antigua Ley’. Y los Evangelios son llamados ‘Nuevo Testamento’ es decir: una Herencia renovada, una Buena Nueva, una ‘Nueva Ley’. Mientras los profetas bajo la Ley Antigua depositan su Fe en LA PROMESA (La Salvación —El Mesías— La Redención de la Caída); ahora, en la Nueva Ley o Testamento, la Fe es trasvasada en la CERTEZA de la SALVACION YA HABIDA. Si la Promesa ya se cumplió, entonces la Fe, que antes fue la causa, ahora ha mutado, y la Causa es Cristo y la PROYECCIÓN de la Resurrección y la Vida Eterna.
No es que, por reconocernos en la Ley de Cristo, en los Evangelios, en su esencia y contenido, negamos el valor de Lo Anterior o Antiguo; seguimos constatando una línea coherente y de profunda sabiduría entre Los Profetas antiguos y el Mandato del Cristo Salvador. Pero la FE no puede regirse por dos leyes: y la Fe en Cristo coloca al Ser que asume a Cristo como a Su Salvador y Dios ante un DEBER: ‘poner por obra de vida la exacta Voluntad del Padre con la certeza de que NADIE llega al Creador sino por Cristo’.
La ambivalencia o ambigüedad de la cristiandad cayó inexorablemente en grados y niveles siempre más pronunciados de apostasía. El juego entre dos leyes, aplicándola según convenga a propósitos específicos, lleva a negar a Cristo, la Resurrección, y los Mandatos de El Salvador. La rebaja del Cristo, del Verbo, del Elohim, a la sola calidad de ‘gran hombre’, de Jesús, y el ‘seguimiento a Jesús’ sin mención y contexto del Cristo, del Dios Encarnado, y la manipulación del Hecho de la Cruz por encima de los Hechos de Salvación y de Restauración, —con su debido cierre de Tiempo: de la Caída a la Rehabilitación (meridiano de los Tiempos)— son señales nítidas de una fe amoldada con la fuerza del gobierno eclesiástico, cuyos fines y propósitos nunca han apuntado a la Liberación del Hombre y a la Unidad del Ser con su Dios Vivo. Todo el tejido de la fe inoculada por casi mil setecientos años ha servido para mantener enclaustrados a los Buenos Hombres, y alimentar el Poder político y eclesiástico —en posesión de rediles no pensantes y ojalá fanatizados o pasivos en su comodidad—de quienes administran la fe de la gente y definen Bien y Mal a su antojo e interpretación. Esa es la ‘fe antigua’… Obsoleta… que ha quedado al desnudo en estos tiempos y que demuestra no poseer respuestas, y hallarse en el pozo de la confusión y de la incoherencia, además de hundirse en la grave corrupción por dinero y/o pedofilia.
La Nueva Fe retoma el Mandato del Cristo Dios: En y Por ESPIRITU, por VIRTUD y VERDAD, por FE que mueve montañas, por ENTREGA y SIEMBRA de luz, se hace Coherente en todo plano de la existencia. Donde nada es teoría o palabra muerta, y todo es Nutrición, Asunción en la propia persona, y Fe puesta en Acción.
La Fe Nueva es la Fe del Origen de Cristo en Jesús: aquella que Él nos heredó y que debemos aplicar sin intermediarios y menos para rebajarla a las cosas mundanas o a lo más mezquino de lo humano.
Moral como Jurisprudencia de la Conciencia
1.-
En estos tiempos de Tribulación, en donde la amenaza de confrontación nuclear se hace cada día más evidente, y con manifestaciones innegables de una crisis climática que definitivamente no tiene voluntad de solución real por parte del Hombre y de su sistema; cuando las religiones han regresado al oscurantismo, al fanatismo y a la más abyecta corrupción; y ante la palpable caída de la institucionalidad, que sostenía al Sistema del Mundo, dejando al desnudo la arremetida de todo tipo de delincuencia enquistada en los ganglios del poder mundano… se nos coloca de frente un asunto sustancial: La Moral como reflejo de coherencia que dictamina nuestra Conciencia.
Cuando… la mentira, la hipocresía, el relativismo, el juego malévolo del populismo en cualquier plano, la invención de realidades virtuales que construyen falacias muchas veces demenciales —y en condiciones de individualismo ciego y por ende carencia absoluta de ‘sentido de comunidad’—y, por consiguiente, el aumento de la división, del litigio, de la ira y la violencia… han sido elevadas a condiciones ‘naturales’ en la relación humana, es que quedamos los Hombres ante una disyuntiva básica, que retrotrae nuestra realidad a tiempos remotos. Otrora, la inteligencia y la rectitud, la verdad y la honestidad se alzaban cuan muro virtuoso ante la maldad y la corrupción, haciendo de este Bien un camino de ruptura con siglos de oscurantismo acérrimo; tal bifurcación fue sancionada en constante lucha entre Bien y Mal, hasta los días actuales: tiempo al cual regresamos porfiadamente a lo más incierto y lóbrego de nuestra existencia en esta Tierra.
Nunca el Hombre (varón y mujer) ha logrado construir una sociedad justa y virtuosa que fijara un sólido precedente para el porvenir. Pero sí hay constancia de lapsos de voluntad, de paz, y de Bien, que podemos cerciorar en nuestra historia. Y tenemos ejemplos de ideales, de propuestas y de luchas que han enaltecido la Bondad y la Justicia humana. Así como rescatamos a seres de sabiduría y de fe que nos marcan la senda a seguir.
Sin embargo, las naciones y civilizaciones humanas, en contradicción permanente entre el Bien y el Mal, han sido contaminadas por la cultura de la guerra, que es un abismo profundo, y no se trata solamente de la conflagración armada conocida, sino que hablamos del ‘sentido y ánimo de guerra, de violencia, de litigio, de rencilla, de confrontación’ que corre por nuestra sangre, y nos insta a ensamblar una moral rara, extraña, incomprensible, formal, debidamente reglamentada, esquematizada… sancionada por señores que se colocan por encima de los mortales… pero, en su esencia, falsa e hipócrita, tratándose de la mayor ponzoña que heredamos del Cainismo.
Comprensible resulta la buena intención del esoterismo y del idealismo al diseñar un mundo de paz y de bondad que no corresponde a la realidad. Como es indiscutible que nunca ‘este mundo’—como planeta— ha sido el punto de la discordia: siempre es el Hombre y su sistema la causa de la degradación. Es el humano bajo un sistema depredador, y mentalidad Cainita, la razón de los males en este mundo. (Decimos ‘Mundo’ para entender al Hombre y su Sistema. Nos referimos al mundo y a la madre naturaleza como una Gracia del Creador que debiéramos comprender y con cuyas leyes debiéramos trabajar en armonía).
El Hombre mundano y su Sistema imperante son la Causa y el Efecto que debemos dilucidar y cambiar.
2.-
En este contexto, la cuestión de la Fe se ha licuado en su significado e implicancia hasta convertirse en un coloquio de uso común, sin contenido o bajo consideraciones imprecisas, o francamente baladí.
La Batalla de la Fe hoy requiere y exige de Virtud Hecha Persona. Es decir: de verdad, de coherencia y de rectitud, que aplica principios y valores sin fanatismos ni juicios a otros, pero con exigencia y disciplina personal que se asiente en el tiempo y en los Hechos. Es decir: que la Fe se haga Obra.
Para afirmar la Fe, el Hombre (varón y mujer) debe primero establecer los marcos jurídicos de su Conciencia.
La Conciencia es un conjunto congruente que afirma comportamientos, tomas de decisión, relaciones sociales, administración emocional, estructura de pensamiento, y actitud de frente a Dios.
El proceso de ‘Conocerse a Sí Mismo’ para ‘Amarse a Sí Mismo’ y lograr ‘el Gobierno de Sí Mismo’ es lo que mejor define el itinerario necesario para consolidar ‘Conciencia con claros márgenes jurídicos’. En otras palabras: las leyes interiores que marcan fronteras entre el Bien y el Mal, con nítida opción por el Bien, y determinan la calidad de La Persona: es la Moral que separa, distancia, aleja al Ser de toda ambivalencia, relativismo y negociación que borre los límites y, con eso, convierta al Individuo en un Ser en juego constante con la vida, en obcecadas tentativas por ser servido por el Cielo, y persistentemente manipulando a sus pares con el ‘codiciado control’.
No hay Moral sin Conciencia del Propio Ser.
El Ser Humano ha sido dotado de inteligencia y discernimiento; tal capacidad la debe empeñar en Sí Mismo (no en la afirmación del ego o del individualismo) sino en la labor de Gobernar su Cuerpo-Mente, su Emocionalidad, y su relación con el Mundo. La Moral nace, justamente, de este desarrollo de Conciencia: Comprender, Aceptar, Asumir.
Comprender nuestro Cuerpo y estructura mental; Comprender nuestros modos emocionales; Comprender nuestra relación social y con el sistema del Mundo… Es el primer paso. Aceptar aquello que somos, en nuestra naturaleza y honestidad, es un salto vital que nos hace madurar sin esperar tiempos largos. Asumirse es ya una Toma de Decisión, una Opción, un Camino. Cuando ‘Uno Mismo’ ha pasado por este Discernimiento de su Persona, es cuando se definen y determinan las fronteras, y se puede distinguir lo propio en relación con el Bien y el Mal.
Esta ‘Toma de Conciencia’ se enseña bajo el concepto de: ‘los tres yo’, estableciendo que un ‘yo’ es un centro de administración, de gobierno de Sí Mismo, de toma de decisiones. En este caso tratamos del ‘yo cuerpo-mente’, del ‘yo emocional (alma)’, del ‘yo espiritual’. Insistiendo en que esta vez no concebimos al ‘yo’ como al ‘ego’, ni a la ‘afirmación de la individualidad’, sino que abarcamos al ‘yo’ como centro de administración desde cuyo poder se toman las decisiones que NOS hace ‘Persona’.
El concepto ‘Persona’ aquí resume al Ser Consciente de Sí Mismo y en grado de Discernir su entorno y dar uso inteligente a sus dones y capacidades naturales.
Nuevamente, la Conciencia define la graduación humana. La condición humana no se define a sí misma, sino que se determina según su grado de Conciencia.
Entendemos que ‘la conciencia básica’ o ‘común’ teoriza que tal cuestión es el conocimiento, el saber o ‘el darse cuenta’, y dicha concepción de la conciencia se alimenta de ‘la experiencia’. Bajo este entramado superficial cobra suma importancia el intelecto, y socialmente cumple un rol central la ‘ubicación del sujeto’ según su labor, inserta en el mercado o en la infraestructura mundana… El ‘Qué hacer’, el ‘Hacer’ es el motor y el raciocinio de esta conciencia común o básica. De esta idea y modelo surge una moralidad relativa que debe estructurarse según reglas, costumbres, dogmas, imposiciones, ideologías y dictados que, por no partir del Ser, sino del ‘Hacer’, o de un modelo a seguir, culminan por esclavizar al humano y aplastar la libertad de su naturaleza.
En cambio, surgiendo del Ser y de la Conciencia, que afirma a La Persona, todo asunto social, del mundo y del sistema mundano, será coherente con leyes interiores que establecen jurisdicciones imposibles de violar por el mismo Hombre, pues de hacerlo se aniquilaría a sí mismo. De este modo, para los otros, para los demás, la Persona podrá no gustar, o su entorno no concordar con esta, pero aun en la diferencia sabrán que aquel Ser es aquello que piensa, siente y ES.
Si para enfrentar al Mundo es imprescindible que La Persona asiente su Ser desde la Conciencia y construya desde la Moral, entonces, para colocarse ante Dios este proceso de superioridad humana resulta inobjetable.
3.-
Siempre el ser humano tiene la llave: Comprender que se posee Un Espíritu; Aceptar la calidad y proveniencia de ese Espíritu; Asumir el rol y la unidad con ese Espíritu: este conjunto conforma un Cuerpo de Fe, primordial e impostergable.
Definir en la Conciencia que el Gobierno de Uno Mismo debe ser el Espíritu, en modo que el Alma (los sentidos y la emocionalidad) se eleve y no descienda a los abismos o quede presa de los torbellinos; que la Mente postule a lo natural y no sea guiada por lo artificial, sino que se mantenga leal a su estructura original y el cuerpo físico sea tratado de acuerdo con su necesidad y condición… Es una puerta a la Fe nacida de la Conciencia.
En este Orden Espiritual, lo del Mundo, lo mundano, debe ser administrado bajo un manto que únicamente entrega La Coherencia de Fe y la Espiritualidad permanente… es decir: La Sabiduría.
No dejamos ni nos aislamos del sistema mundano, y por mucho debemos usar y requerir de sus modos y estructuras para sobrevivir, pero ESTAMOS en este Mundo y su sistema, pero NO PERTENECEMOS internamente a su Orden. Nuestra trascendencia no depende del Mundo, sus urgencias y ‘tesoros’ temporales.
Toda ‘creencia’ y ‘manifestación de fe’ entremezclados con lo mundano, e insertados en el aparataje profano, e ignorantes de SÍ Mismo, hace parte activa de la estructura psicológica del Mundo y su ficticia realidad.
La fe en cualquier expresión o modo de manifestarse, aun desde la euforia y avivamiento, o en su versión pasiva y subliminal, no puede ser medida en su verdad: porque aquello externo, que es una verdad para el sujeto que la profesa, no posee, necesaria u obligadamente, puntos de referencias en el interior del Ser, dado que sus anclajes suelen ser institucionales o hallarse en un libro, o afirmarse en el seguimiento de otro ser humano, o bien se alza sobre ideas esotéricas que más bien pertenecen al universo de las quimeras y de la ilusión. En todo caso: ‘la verdad’ está afuera del Hombre. Incluso Dios, en este contexto, se halla en alturas imposibles para el humano… Sin embargo, conciben al mismo Dios en lejanía, y, además, como a un ser divino que debe servir al Hombre.
Para que la Fe sea una verdad comprobable por acción, obra y vida: esta debe nacer del interior del Ser, cuyo sustento de Coherencia esté debidamente resguardado por una malla jurídica que da consistencia y solidez a la Conciencia. Es decir: el Ser debe poseer ‘leyes interiores’ o ‘verdad interior’ que definan a su Persona.
Conocerse, Amarse y Gobernar desde el Espíritu: esa es la Persona que transmite una Fe que emite fuerza y poder espiritual. No es ‘perfecta’: porque nadie lo es hallándose en La Carne, en este mundo dual; pero es, justamente, la judicatura interior que posee columnas infranqueables de Coherencia aquello que permite la honesta autocrítica, la corrección, el arrepentimiento, el perdón y la superación en aras de abundar en Sabiduría.
La Moral y la Fe poseen una raíz común, como ya explicado y expuesto. Por lo mismo: una fe con rasgos de inmoralidad, o una moral con una fe ambigua… son síntomas de pura mundanidad y de grave hipocresía.
Cualquiera sea la figura de referencia que el Mundo, o el individuo desde lo mundano, haga propio o utilice para sus propósitos religiosos, no podemos nosotros, Personas en el Camino Espiritual, entenderlo -y menos asumirlo- como ‘lo mismo’ e ‘igual’ que aquello que nos ilumina, conduce y nutre en nuestra Fe y Espiritualidad.
‘Decir aquello que parece ‘igual’ no significa que su contenido y referencia sea la misma que se concibe desde la Coherencia de Fe y desde la Disciplina Espiritual’.
Nunca el dios, el santo o el ángel, del que nos habla el mundano o el religioso, será el mismo e idéntico del que nosotros concebimos desde la Espiritualidad y la Conciencia que nos rige. Confundirse por nomenclaturas y denominaciones o por recitación de pasajes de escrituras o declaraciones dogmáticas… confiriéndole a tales externalidades el mismo peso que damos a ‘lo parecido’ desde la Fe de la Coherencia… nos dice que el enredo proviene de sentirse, y concebirse aún, como partícipe de este orden mundano, y no se ha saltado la valla que nos hace parte íntegra de la Fe que mueve montañas. O sea: se está estancado en la fase intermedia de los tibios.
4.-
En Occidente es la cristiandad la religión dominante o prevalente. En este caso debemos separar al Jesús de la religión, en cualquiera de sus versiones y corrientes, del Cristo, al cual llegamos por Camino Espiritual y por Construcción Moral y en búsqueda de la solidez de nuestra Coherencia de Fe.
El Cristo al cual llegamos DESDE nuestra Conciencia, asumiéndonos Personas, y HACIÉNDONOS CARGO de nuestra Verdad Interior, y postulando a una irrestricta Coherencia de Fe: nunca será el Jesucristo que predican los pastores a sus rediles, o el Jesús que sirve para justificar sectas, guerras y actos de Lesa-fe.
Desde La Coherencia de Fe y la Verdad Interior, el Hombre se abre para ser evaluado día a día, internamente, en su más profunda realidad, y asume a Cristo como a su Dios y Legislador. En modo que la Moral y la Fe se entreteje con la sólida cuerda de la Ley de Cristo, a saber: que por Espíritu y En Espíritu Oramos, y Meditamos para Discernir cuanto Cristo nos enseña, impele y mandata; que a Él le creemos y en Él confiamos, y por lo mismo, que Él es la Resurrección y la Vida, que no hay Vida sin Optar por NO pertenecer a este Mundo y, en cambio, fijar Pertenencia completa e integral al Bien y su Dios: el Cristo. Por lo tanto, es Ley Interior: la divinidad del Cristo; la Resurrección; La Vida que supera a ‘esta existencia’; el Espíritu y la espiritualidad como gobierno en La Persona.
No hablamos de creencia, de saber, de concordar o de voluntad para colocarse bajo estos preceptos. Tratamos de tejer la jurisprudencia de la Conciencia, el andamiaje interior que arma la fortaleza de la Verdad Interior.
Si la Resurrección, la divinidad del Cristo, La Gracia del Espíritu no se convierten en Ley de Vida, en La Persona, entonces no habrá propósito de trascendencia que rompa con ‘la existencia’, y por mucho se mantendrá el apego a lo mundano y a lo material. El abismal distanciamiento entre ‘creer’, ‘estar de acuerdo’ y, por su parte, la Verdad Interior que hace de una ley divina una Ley Interior, es de lo que tratamos aquí.
Si Cristo no se interioriza como al Dios que posee libertad para escrutar al Hombre en su verdad más recóndita, y se le mantiene afuera con la única intención del milagro y del favor concedido… Evidentemente, no tratamos del mismo cristo; porque el Cristo Vivo debe habitar en La Persona de acuerdo con una Casa de leyes, construida en obediencia al Mandato del Cristo Mismo.
Ley Interior que conforma la judicatura Moral firmemente sostenida por la Conciencia: es el justo Discernimiento sobre el pecado, e interiorizar su realidad tal como Cristo nos lo enseña; es, también, asumir como ley irrestricta el Perdón y su consecuencia espiritual, y lo es el Arrepentimiento para los fines que la Sabiduría Cristica nos aclara. Ya no doctrina bien aprendida en el intelecto, sino: Nutrición Espiritual que consolida mis leyes internas y me hacen Persona Cristica.
Ley Interior y parte de la propia estructura de Fe es la certeza que ilumina el Alma: en cuanto es Cristo el único Camino al Dios Creador, es la Senda exclusiva que nos lleva de retorno a nuestro Origen divino.
Al conformar la Moral y la Fe de (en) La Persona: se obtienen propósitos, formas de vivir, metodología y disciplina, y se logran acertadas ‘tomas de decisiones’.
Porque, pasar por Resurrección para obtener Vida y aspirar a la más alta instancia de las muchas que el Padre Dios ha dispuesto para redención, ahora se convierte en Propósito, en un tipo de vida que aporta a ese alto Sentido… Y aquello define los Cambios y las Decisiones en este pasaje temporal (existencia).
La Certeza de que la Vida plena está en manos de Cristo Dios, y que ‘mis leyes interiores’ han sido construidas con su Verdad, Mandato y Enseñanza: es la seguridad que se logra en un Mundo inseguro, peligroso, violento y autodestructivo.
Aspirar a La Sabiduría es la Gracia que más ama el Creador. La Sabiduría es Potestad del Magisterio Divino, el mismo que entrega Poder a quien se construye de acuerdo con las leyes del Cristo Dios. Si no se va en aras de Lograr Sabiduría… se está embocando una huella que lleva de regreso a las quimeras del Mundo.
La Sabiduría, como La Virtud, deben ser construcciones internas, leyes que estructuran modos de pensar, de concebir y de sentir. Porque lo de Dios siempre será primero interior, y luego expresión o manifestación de esa verdad interna. Lo de Cristo Dios siempre será primero Espiritual y luego de aplicación en lo Carnal y en el mundo. Nunca ha sido lo contrario. Jamás será como el Hombre del Mundo enseña, y ha engañado.
Conclusión.
De acuerdo con lo anterior, concluimos que Lo Cristico en nada puede confabularse con la cristiandad o con cualquier modo externo y aparente de entender la fe.
Que Lo Cristico exige al Ser Humano un recorrido que parte de Sí Mismo para Lograr Conciencia y Verdad, y desde su Honestidad aspira a la Moral, que nace de un debido tejido de leyes infranqueables que moran en su íntimo y conforman su Verdad Interior.
Que el deber Moral del Cristico es iluminar el camino de quienes aún no se han liberado del entramado falaz que les rodea; y una vez erigidas las columnas que sostienen su templo interior: sale y va entre sus pares para que muchos sean los constructores de su Camino Espiritual y asuman a Cristo como al Dios que les dará las leyes que harán de La Persona a un Cristico en Camino de Retorno al Lugar Santo.
Lo Cristico se construye desde el interior del Ser Humano: asumiéndose en su Espiritualidad, renunciando a la temporalidad de esta existencia, postulado a la Vida, nutriendo su Verdad Interior con la Virtud, y buscando asiduamente a la Madre Sabiduría.
Cristico es la cimentación de la Moral entretejida con Leyes Divinas, ahora hechas propias. Es la Fe de la Coherencia que nace de la Conciencia.
Cristico es No plegarse al Sistema del Mundo, aun Estando en este Mundo: NO PERTENECE a su Orden ni cree en su programa y modelo.
Cristico es el Sabio Administrador que Discierne en Meditación y en diálogo con Cristo mediante la Recta Oración.
Cristico es quien Siembra Luz Cristica por su entorno, y en una perspectiva de largo tiempo. La Herencia que construye un Cristico es su Obra que refleja su Verdad Interior y su Coherencia de Fe.
Podemos hablar en apariencia de lo mismo, decir lo que otros predican, referirnos a una doctrina que parece igual, y desde lejos y afuera podemos parecer una iglesia como otras: pero la construcción debe nacer y alzarse desde el Interior de la Persona, hacerse Obra en Coherencia y Verdad, y asumir a Cristo como Ley de Vida y Legislador que entrega sus leyes para darnos un Orden Interior: esta transformación zanja una abismal e insoslayable diferencia. Lo sustancial es la Espiritualidad y la Coherencia que se hace Persona.
Incluso para quienes aceptan la teoría, la doctrina, y esta develación espiritual, y la declaran ante Cristo en momentos de convicción, e incluso llegan a sellar pactos de fe con el Dios Vivo… Pero, al poco andar, embocan el regreso a la religión, y ponderan con nuevos ideales al sistema que los acoge, o se quedan en su ‘creencia’, o conforman un universo individual que es vedado incluso al propio Espíritu… En tal caso, la batalla y el esmero por construir una Verdad Interior que nazca de la Conciencia y se haga Coherencia de Fe que derive en Obra, está pendiente, y quedará en ascuas hasta que rompa con la ambigüedad y el relativismo que envuelve con telas de miedo y de falsa esperanza a quién opta por adecuar Lo Espiritual a ‘otro modo de religión’.
Resultaría una incongruencia, y una vuelta a las artes de la apostasía, concebir Lo Cristico en vestes de ‘un tipo particular de religión’ y hacer de su práctica: ‘otro modo de constituir ‘iglesia’’. Cómo falaz y embaucador sería aceptar que Lo Cristico es ‘tan interno como egoísta’, al punto que esta perniciosa idea ‘exime’ a la persona de cualquier obra testimonial, y la hace indiferente a la oscuridad de su prójimo.
Dios está en el Espíritu que habita en el Hombre. Cristo es Dios que enlaza leyes internas que construyen al dios por nacer. Si Comprendemos, Aceptamos y Asumimos esta verdad, entonces se hará simple y natural entretejer una sólida jurisprudencia interior que establece Orden y Coherencia en la vida de la Persona Cristica.
La Batalla de Caín con Dios
1.-
El Cainismo es un síndrome que hace parte intrínseca de la psicología, de la estructura mental, y del modo de entender las relaciones con su entorno, de los Hombres (varón y mujer). Es el modelo de sociedad que mantiene una columna central de propósito: el dominio y el poder; la separación en clases, en castas; la pobreza material y la ignorancia que garantice una masa de esclavos; las elites y sus herencias oligarcas; el dios mercado y el reino del dinero; la violencia elevada a cualidad ‘natural’ de ‘la especie’; la guerra como factor preponderante para establecer ‘reinados’, ‘influencias’ y supremacías económicas; la educación estructurada bajo planificación del modelo; el individualismo y el arribismo idealizado, que incentivan aspiraciones y esperanzas para aumentar la ilusión y la necesidad… entre otros elementos nocivos y perversos.
Los regímenes existentes y conocidos que el Hombre del Mundo se ha dado, todos sin distinción, han mantenido, con énfasis y particularidades, este esquema inexorable. Podemos distinguir formas, características, efectos mejores o peores, modos ‘más humanos’ que otros en apariencia… Pero ningún sistema Mundano jamás se ha separado y menos ha roto, con el Cainismo en su esencia. Es justo preferir o luchar por ‘lo mejor’ y menos dañino para el humano, pretender eliminar injusticias y detrimentos, pero aun en los estados de más alta humanidad, jamás nunca el modelo Cainita se ha quebrado y menos aniquilado.
El Ser Humano nace inocente, sin mácula, libre de pecado, sin mente artificial y con la naturaleza de su Índole intacta y palpable. El modelo Cainita ya comienza a funcionar con la niñez: enmarcarla y encuadrarla, romper su candor, imponer reglas y modos según lo dicte la necesidad impuesta o la perspectiva ya inserta en la idea mundana de los padres, y un entorno disponible para crear costumbres y símbolos que cuajen y se asienten bien en el sistema. Incluso padres que han luchado en contra del sistema Cainita suelen aplicar las mismas formas del sistema con sus hijos. Es lo que se conoce como ‘el efecto de la cartulina enrollada’: refleja que, a pesar de estirar el cartón, afirmando sus orillas, no apenas se deja libre, esta vuelve a arremangarse.
El Mal incentiva la atrocidad de eliminar violentamente la inocencia y la naturalidad del Ser Humano en su infancia: los morbos y abusos, la tortura y la degradación, las violaciones y la esclavitud infantil son la más evidente manifestación de odio del Mal en contra de la naturaleza buena, diáfana, cándida de la Índole Humana. Destrozar la Gracia de Dios en el Hombre, que desde el Hecho de Cristo ahora nace para convertir este mundo en un reino de paz y de bondad. Aniquilar la Índole y la información de Bien que el humano trae consigo al nacer, con un Espíritu ya actuando en su persona, es el objetivo primordial y estratégico del Mal y de la maldad Cainita.
Sabemos, los Cristicos, que, al situar a las huestes Adámicas en este planeta, ya había otros tipos de Hombres. Que llegaron solamente varones: porque estos adanes no procedían del Reino de Dios, sino que eran Escogidos de entre los rebeldes que lucharon con Dios en favor del dios caído. Puestos en mundos como la Tierra para redención y purificación, no tenían mujeres a la par con las cuales unirse y acompañarse. Los Elohim entonces crearon una Eva siguiendo la forma y fórmula de la Eva Original, y estas mujeres eran buenas, castas y leales ante su Dios. Sabemos que los adanes varones se unieron a las mujeres de la Tierra, las hijas de los Hombres, y de esta unidad prohibida por Dios, nació Caín. Que pocos adanes leales renunciaron a esta afrenta y se apartaron con las Evas y conformaron núcleos diferentes para agradar a Dios, y de este apartarse nació Abel, Set, Enoc; y en otros lugares en donde hubo adanes, nacieron santos y sabios. Caín hizo la guerra a los Hijos leales, los persiguió y los quiso aniquilar.
Caín no fue castigado por su maldad, y aun en calidad mortal y descendido a condiciones terrenales, este se apoderó de los Hombres y los hizo sus esclavos; y los Cainitas tuvieron hijos con muchas mujeres de este mundo. Así comienza el modelo imperante hasta hoy.
Cristo repara el efecto de la rebelión posterior de los Adanes Escogidos para redención, y vueltos a Caer; y paga por el crimen de Caín, con el propósito de que el Cielo se abriera nuevamente, que el Reino descendiera otra vez, y el Espíritu del Creador regresara al Hombre. En modo que, ahora, el Ser Humano nazca sin pecado, inocente y con la Índole de la Voluntad del Creador en su Espíritu y en su Alma. Este es el ‘proyecto’ que Caín y el Mal ‘deben’ destruir para no desaparecer y terminar en las bazofias de los abismos.
Caín lucha con Dios para destruir el Plan de Salvación instaurado por el Verbo Dios, el Cristo Elohim. Es el agente de los infiernos, y como tal debe construir el modelo infernal en la Tierra. Esto conlleva: destruir al Hombre original nacido en Gracia e Inocencia, corromperlo, dominarlo, aniquilar su espiritualidad, controlar su capacidad y usar sus dones para insertarlo en el sistema por ellos gobernado.
La Salvación de Cristo, y su Plan de Redención, es el mayor enemigo, y el más evidente peligro para el Cainismo. Deber de sobrevivencia en esta batalla por el Control y el Poder que permita amplio y absoluto dominio, es, entonces, destruir a Cristo y su Plan en y con el Hombre (varón y mujer).
Prioritario: dividir varón de mujer, y dar al patriarcado una condición de supremacía divina que se convierta ‘natural’ en la idea humana. Ganar al varón con dádivas, libertad y oportunidades diseñadas y calculadas; preparar elites masculinas para gobiernos y dirigencias fieles al modelo. Luego, dividir a las sociedades en clases y asegurar castas leales al sistema con ingentes ganancias, reconocimiento y poder. Ya mencionamos: dañar la infancia para amoldarla al régimen dominante. En tal contexto, resulta imprescindible dar ‘respuesta’ a un factor inasible que empuja, desde adentro del Ser Humano, al Llamado del Espíritu y del Alma pura: a la espiritualidad, a la fe y a la búsqueda de la relación con Dios.
Imposible aniquilar al Espíritu en la persona: porque es Dios Creador en el Hombre, y dicha Gracia es Ley contra la cual el Mal NO puede vencer.
Adormecer al Espíritu, encerrarlo, encapsularlo, desviarlo, negarlo, y si nada resulta: extraviarlo mediante la mentira, la hipocresía y la felonía… Creando falsos dioses, disfrazando arcontes con vestes angelicales, ofreciendo los favores de sanación y bienestar que el Mal puede entregar al mundano, aceptando a cristo y su mensaje en apariencia para luego interpretarlo, tergiversarlo, reducirlo y llevarlo a la necesidad humana que solamente el Mundo puede satisfacer. Montando algo que calza a la perfección: religiones. Y a estas les concede la misma estructura del Mundo y sus jerarquías, replicando al sistema ahora bajo mantos de sacralidad.
Mientras más ideas de Dios pululen entre los Hombres, y más religiones litiguen el favor de su dios, y divisiones se multipliquen para favorecer liderazgos e intereses particulares… en el nombre de Dios… Y más fanatismo arda en las bajas pasiones, y sutiles métodos de control ejerzan los manipuladores, y mayor poder político logren los poderes religiosos… Más serviles serán al plan de destrucción del Mal, y lejos estará el Hombre de su Salvador y Redentor verdadero.
Para esto es urgente aniquilar la espiritualidad en el Hombre: reemplazarla por una supuesta ‘espiritualidad’ formal, hipócrita, de redil y dependiente. A mayor apego, tanto mejor. Tan perentorio se hace, por ende, finiquitar la Fe que desde el Espíritu mueve poder y seguridad en el Hombre. Para aplacar esa naturaleza divina, que puede convertir al Ser Humano en el mayor enemigo del Mal, se hace imprescindible fomentar la ‘creencia’ bajo el hálito de la libertad individual, en modo que el universo de la creencia se multiplique como malla cultural que resulte ‘natural’ y aceptable bajo cánones culturales, folclóricos, costumbristas o religiosos.
La ‘creencia’ se incentiva como ‘el derecho a la libertad para creer en aquello que considere cada individuo’. Bajo este paraguas, la fe se diluye en ideas esotéricas, en fiestas paganas, en rituales muchas veces oscuros, en formalidad eclesiástica, en deberes ‘morales’, en celebraciones y festividades, en regulares asistencias al lugar de culto, en depositarios de fe que siempre se ubican afuera de la persona: un libro, un lugar geográfico, un edificado, un pastor o un gurú, una institución, un sistema eclesiástico… de todos modos externo… a lo cual se entrega ‘autoridad’ sobre la ‘creencia colectiva e individual’: y eso se concibe como ‘fe’.
El esoterismo y la mentalidad de secta postulan a ‘rebelarse’ en contra de la fe institucional o formal, y acepta una dependencia enajenante de un pastor omnisapiente o de un gurú que posee autoridad divina. Y este fenómeno sigue colocando la fe al externo de la Persona —en otros, o en elementos de idolatría—, de todos modos, en un ‘poder’ foráneo al cual ‘seguir’ sin hacerse responsable de Sí Mismo.
Con este tinglado de maldad se pretende obnubilar la sensibilidad del Alma y reemplazar al Espíritu por la hipotética espiritualidad de las formas y los apegos.
2.-
Dioses encarnados, como el Buda y el Cristo, vienen a reiterar una base irrenunciable de espiritualidad real: que Dios mora en el Espíritu del Hombre, que el Alma debe ser mantenida en Luz y Virtud, que la mente natural debe nutrirse de Espiritualidad mediante la Meditación, la Oración y el Recto Discernimiento. Que el Hombre, desde el Cristo Dios y su encarnación en Jesús, ya no está ‘irremediablemente perdido’ sino que las llaves de su liberación ahora han sido depositadas POR GRACIA en su Interior. Por lo mismo, al Discernir la propia naturaleza: su Mente-Cuerpo, su Sentido-Alma y su Espíritu-Fe… sabrá que NO es de este Mundo y su sistema, y que puede ESTAR en este Mundo, pero NO pertenecer a su Orden.
Cristo nos insta a no depender del Mundo y a fijar Pertenencia desde nuestra Verdad Interior con el Dios Vivo, bajo un Plan de Salvación que, al ahondarlo, se va transformando en Plan de Deidad.
Para alcanzar ese Logro, el Ser Humano debe renunciar a todo esquema y estructura mental y material del Cainismo. Debe desechar cuanto aprendido en las aulas del poder profano, para ahora nutrirse en las instancias del Magisterio Cristico, llamado ‘Espíritu Santo’ y bien conocido en el Cielo como Matriz o Madre de La Sabiduría. El vínculo con tan alto Poder de Iluminación únicamente lo posee el Espíritu. A este acto y fin calificamos como: ‘Camino Espiritual’.
Sin renunciar a los males y venenos del Cainismo es imposible alcanzar al Reino de la Verdad y la Vida. Aunque sea un atisbo, una pequeñez que prevalezca del Cainita, en modo de pensar o en forma de concebir, hará que la fe se desdibuje y la espiritualidad retorne —como cartulina enrollada— a su laberinto religioso.
El relativismo es la norma común del Cainita y la condición estereotipada del humano-mundano.
Incluso la ciencia del Hombre se ha levantado como la antítesis de la fe. Pero el mundo de la ciencia no escapa a las formas y normas del Cainismo, incluso en la construcción de religiosidad entre sus vetas y corrientes, haciendo de ideas y tesis impertérritos dogmas en torno a los cuales crece el sacerdocio de tales verdades inamovibles. Por lo general la ciencia entiende a Dios y a la fe según lo pueden leer en los textos de las religiones, por lo mismo su ateísmo científico nace de la negación de lo religioso y de sus postulados, incoherentes y carentes de verdad objetiva.
Si la concepción de Dios inicia en la creación del Hombre y de su tridimensionalidad, y en la aceptación de la inteligencia como factor de orden en el universo: entonces la ciencia no obcecada con la religión seguramente hallará a Dios bajo un nombre que no sabrá cuál corresponde a su realidad. Porque ‘Dios’ no es un nombre, sino que es la calificación que el Hombre halló para identificar, precisamente, a la inteligencia y al orden complejo de la creación.
Ante lo macro cósmico de la Vida y de la creación, sobre todo ante la responsabilidad del Hombre en relación con su entorno y realidad, surge el facilismo oportunista del relativismo. Al calificar de ‘relativa’ la verdad, la vida, los hechos, la realidad, y expandir dicha ambigüedad a Dios, la fe y los mensajes de Cristo… estamos siendo leales al más execrable Cainismo. Si el Hombre se auto denomina como ‘un ser relativo’ entonces carecerá de moral, de virtud, de verdad: porque aquello que hoy es malo, mañana será bueno, y hasta lo más atroz puede ser hermoso y lo bello merecedor de ataques y de denigración. Porque —bajo la lóbrega mirada del relativismo— no existe el Bien y el Mal, y tales calificaciones las determina el Hombre y su conveniencia, su necesidad o sus propósitos. El egoísmo pasa a ser natural, ineludible y hasta fundamental para obtener auto realización. El control unilateral sobre otros, para con la naturaleza y hacia la vida pasan a constituirse en ley de la existencia, sin la cual se está a merced del poder de otros: es una guerra silenciosa que obliga a la permanente autodefensa de sobrevivencia. En este juego el relativismo es primordial. Y como todo es relativo: puedo hoy creer en Dios y mañana pedir favores al demonio, y según estado de ánimo o necesidad, unirme a tal religión, usarla y más tarde cambiar por otra que más me convenga y convenza, o quedarme con ideas propias… Tanto, todo es relativo.
Con ese mal corriendo por las venas podemos acceder a Cristo y su Plan, y según momento y búsqueda individual podríamos acceder a su doctrina y sus herramientas espirituales, y por tramos parecer entregados y obedientes. Sin embargo, el relativismo intrínseco en la concepción del mundo, del Hombre, de la vida y de ‘mí mismo’, harán que ahora busque un propósito individual en este camino, una ganancia egotista en esta orgánica, una razón para mi emocionalidad, un encuadre para la mente artificial, un encaje con el conocimiento antes adquirido; y seguridad en lo material que no atente a la estabilidad mundana, un elemento ‘milagroso’ que me haga mejor sin mayores esfuerzos; una respuesta que armonice mis lazos familiares, y además, algunas herramientas que sin disciplina pueda usar para casos de males y emergencias; una falsa pertenencia que me dé derecho a acudir por ayuda emocional, mental o material; en fin: un rigor de corta duración que no exija mayor empeño, y una individualidad máxima que exima de labores comunes, de integración de Cuerpo o Núcleo, un ‘hacer’ que sea de propio modo o una integración siempre humana para hallar la paz mental y anímica que favorezca trabajos y logros en el Mundo.
El relativismo convierte hasta lo más divino y sagrado en religión, en sistema de culto eclesiástico, en un grado personal de conveniencia. La medida del relativismo siempre será mundana, egotista e individualista. El mayor escollo del relativista es su integración plena con la verdad que dice profesar, en la cual cree. Siempre habrá ‘un problema’ para no hacer total y absoluta esa verdad, para no llevar la fe a su plenitud, o concebir la espiritualidad bajo el salto de la renuncia al Mundo.
Cuando decimos que la gran revelación del Cristo Dios es que: ‘siendo Él un Dios, es, por ende, una Ley para quienes se hallan bajo su Mandato…los Hombres’. Es deber de los Hombres ascender en inocencia y en fe hacia los Mandatos de Cristo para HACER de SU LEY…’MI LEY INTERIOR’. Esa realidad es la que explica el para qué del Espíritu, y el por qué el Alma debe mantenerse en estado puro, y nos aclara el nacimiento inocente de los Hombres y, como reacción, el plan de destrucción del enemigo de la Luz.
Sin lo absoluto y radical de Dios no se aclara ante el Hombre el motivo de su Espiritualidad, de su Fe y de su condición potencial de ‘ser divino’. Nadie entendería que el Verbo del Creador, el Elohim Mayor, el Cristo Dios debiera encarnarse en Jesús para cerrar una oscura etapa de Caída e inaugurar el Tiempo de Rehabilitación, sin aceptar que en la instancia de la Vida Verdadera: o se es frío y parte del Mal, o se es fogoso en Espíritu e integrante del Bien… Pero los ’tibios’ son el vómito de Dios. Pues bien: el relativismo es el vómito de Dios.
¿Podría entonces aceptar el Cristo Vivo algo que se presente muerto, relativo, ambiguo, mundano, con propias expectativas y dispuesto a negociar, como si el Cielo debiera colocarse al servicio de lo terrenal-profano?
Justamente, para construir el ensamblado de leyes interiores en ‘Mi Persona’, debo ir a la Ley de mi Dios: el Cristo establece Mandatos que no son relativos o interpretativos, sino absolutos, y deben ser asumidos tal como Él lo ha dejado establecido. El Ser Espiritual posee libertad de Espíritu para Discernir lo de Dios: sabrá también de aquello que no está escrito en la Tierra y entre los Hombres, pero está ya establecido en el Magisterio de La Matriz de la Sabiduría.
Este ‘salto’ exige la renuncia al Mundo, al orden mundano, y desechar todo conocimiento tanto intelectual como de formación en el Mundo del cual el Hombre es víctima y no intérprete. Y si una vez que se ha nacido de nuevo, ahora con una red de leyes interiores que determinan modos de pensar, de entender y de vivir — (Moral y Coherencia de Fe) — confirmamos que algunos aspectos de la existencia son válidos, aplicables y sanos, y parte de la propia índole: se purificarán, se pasarán por el discernimiento espiritual, serán colocados bajo sentencias… y se rescatará aquello que a uno pertenece por naturaleza… Quizás NO todo lo pasado está contaminado, tal vez en grados menores, y a lo mejor aspectos de Mi Ser ya estaban en medio del mundanal torbellino de la existencia: tales factores también estarán en la renuncia, pero una vez firmes en la Ley de la Vida, podrán ser analizados de mejor manera, rescatados si son de propia naturaleza, y purificados del relativismo y las taras que el Mundo va incrustando según su modelo.
Sin antes consolidar las leyes de Cristo en la Persona, y que la Persona SEA La Virtud, La Fe y la Espiritualidad… nada del Mundo y del pasado se podrá rescatar o ponderar. Hacerlo sin las leyes internas bien asentadas: reconducirá al Ser de regreso al relativismo y al Mundo. Así el Cainismo regresará con dádivas y ofrecimientos que darán al caído una sensación de placer y victoria que en realidad son su condena y definitiva perdición.
El argumento Cainita para justificar el relativismo es ‘la libertad’.
Lo Espiritual, la Fe y la Libertad exigen, primero, optar o por el Bien o por el Mal, desechando la ambigüedad o el ‘intermedio’ (tibios). En el Bien establecer Pertenencia con el Dios del Bien. Asumir que Cristo, como Dios del Bien, es una Ley de Vida, y por lo mismo: PARA VIVIR es impostergable HACERSE en UNO MISMO de tales Leyes. Y como ya se ha desechado el relativismo y se asume Lo Absoluto y Lo Pleno de Dios, ahora las Leyes en ‘Mi Persona’ son totales y radicales en su preminencia. Esa Pertenencia Interior, sujeta a leyes espirituales, permite un Hacer y Proceder en el Mundo bajo líneas coherentes y comprobables: la Moral. Tal es la Libertad que hace del Hombre a un Ser trascendiendo de la existencia y preparándose para La Vida que no conoce a la muerte y que se postula al retorno de sus orígenes divinos. No hay Libertad más digna que esa.
La ‘libertad’ del relativismo es una quimera, una mentira. Ofrece sensaciones, abre esperanzas, maneja expectativas, ilusiona con beneficios materiales o emocionales, incluso promete ‘eternidad’ en base a lo perecible y temporal… Y para que aquello tenga resultado: enceguece al Hombre, lo hace egoísta, avaro, envidioso, iracundo o depresivo, victimista o de autodestrucción física, mental o emocional. De algún modo, el sistema afecta para luego ‘brindar soluciones placebo’ que mantengan a su esclavo en la gama artificiosa de la satisfacción individual que tilda como ‘búsqueda de la felicidad’.
Bajo este molde pernicioso, el relativista coloca a Dios. Con esta maniobra malévola se intenta una relación con Cristo. Y como el Cristo verdadero es Absoluto, y nunca mandata para asuntos materiales, sino que todo primero y esencialmente es Espiritual, entonces se construyen cristos por doquier para calzarlos con la relatividad de la existencia que gusta al Cainita. En eso consiste la libertad del profano: generar a sus dioses e interpretar lo divino bajo la conveniencia del individuo. Así, el sujeto se siente libre y además considera que, de haber un Dios, éste debe descender de su reino para servir a la humanidad… y a su individualidad en forma especial.
Conclusión
Dios mora en el Espíritu del Hombre (varón y mujer por igual). Cristo zanjó la división del Tiempo y de las condiciones de vida para todo Ser Humano. La Ley natural coloca ante el Hombre un trío de realidad que define su temporalidad: la enfermedad, la vejez y la muerte. Por su parte, la diferencia entre ‘existencia’ y ‘vida’ se basa sustancialmente en la presencia del Espíritu en la persona, pues, de no poseer la Gracia del Espíritu, el Humano sería igual en calidad a las bestias y otras criaturas. Es el Espíritu en su interior, y su Alma que ilumina los Sentidos, los factores que pueden irradiar y expandir la Mente y la Inteligencia, oír lo que oídos no escuchan y ver aquello que los ojos no ven con sólo mirar… Sin Espíritu los límites del Hombre estarían ceñidos a la naturaleza de su carnalidad. Es el Espíritu el factor que rompe tiempo y espacio y permite que las fronteras temporales y espaciales corran sus potestades hasta reinos que de otro modo nunca conoceremos.
Concebir ‘lo espiritual’ como la manifestación del ánimo y de la inspiración humana, o dar a ‘la espiritualidad’ un sentido de unidad poética entre los Hombres según propósitos comunes, puede parecer ‘loable’, pero es teoría del relativismo, la cual sublimiza lo espiritual y la fe bajo conceptos ideales y metafísicos para que mantengan al Hombre dentro del cadalso del sistema mundano.
La Revolución de Cristo consiste, precisamente, en la ruptura del Hombre con el modelo que lo engaña y pervierte. La ‘expulsión de los mercaderes del Templo’ se coloca como un acto interior de rebeldía y dolor ante la mundanalidad de la fe y de la relación con el Creador. Cristo ‘nos saca del Mundo y nos entrega al Padre Creador’, y Él mismo se coloca como Camino (‘nadie llega al Padre si no es por Mí’) y Guía de Vida. Porque Cristo concede la Ley de Resurrección para que supere el Hombre a la ‘existencia’ y OPTE por Obtener la Vida. Para Alcanzar La Vida es imprescindible renunciar a ‘la existencia’.
Nada de este Plan sería posible sin el lazo pactado entre Dios y el Hombre mediante su Espíritu y su Coherencia de Fe.
Cristo define que este Mundo- el sistema Cainita- no pertenece al Reino de Dios, y el ‘reino del dinero’ no es compatible con el Reino de los Cielos. Y no que, ‘el dinero’, (invención del Hombre de este Mundo para regular las transacciones en el mercado) sea, de por sí, el instrumento del Mal, sino que: cualquier ‘reino’ que atormente y cause dependencias, y empuje al Hombre a lo más recóndito de su perversión, será y es contrario y opuesto al ‘reino de Dios’. El dinero, como ‘reinado’, alza —a este factor ficticio— a la calidad de poder y de apego … imprescindible… que condiciona y define la ‘calidad’ del Hombre, su rol social y estado emocional. La condición de ‘reinado’ se traslada a todo lo mundano que ejerce control sobre la realidad del Hombre, y lo somete y esclaviza, y merma su voluntad de fe o mata literalmente a su Espíritu.
El Orden que Cristo nos impele y nos llama a integrar es: primero el Espíritu, luego la Fe, y como primer salto: la Vida. Es decir: ASUMIR al Espíritu como parte de Dios en la Persona, conlleva a renunciar al sistema mundano que niega y se opone a la realidad espiritual. Desde el Espíritu el Ser conocerá y ASUMIRÁ su Fe. Es decir: la capacidad de coherencia y la fuerza de su poder. Esta base sustancial es apta para ‘renunciar a la existencia’ y OPTAR por La Vida.
Orden es consolidar leyes interiores que conformen a la Nueva Persona. Cristo entrega los grandes lineamientos legales para la construcción interior de la Nueva Persona.
Mientras este intento espiritual se lleve a cabo desde leyes mundanas y viejas estructuras mentales y anímicas, culturales y artificiales, se podrá alcanzar la raída vereda de la religión, pero jamás habrá liberación y verdad que permita abrir las puertas de La Vida.
Para ‘estar’ en el sistema del Mundo sin ‘pertenecer’ a su orden, es fundamental poseer leyes internas bien asentadas y en acción constante. Solamente desde un Orden distinto al régimen mundano se puede ADMINISTRAR lo del Mundo sin caer en apegos, trampas y regresos a la esclavitud.
Sí se puede ‘estar’ en el Mundo, pero para no caer en los patíbulos del sistema, el Ser debe estar firmemente ligado a un Orden Divino desde su Interior. Ese es el Plan de Cristo. Y como todo lo divino: es absoluto, y nunca relativo.
‘Asumir’: el Drama del Cainismo
1.-
Entender, comprender, no exige de altos conocimientos o de un lustroso intelecto. Todo Ser Humano posee grados de inteligencia, de capacidad de raciocinio, de mínima experiencia, de intuición… Pero, por sobre todo: el Hombre (varón y mujer por igual) ha sido dotado de Alma para hallar Sentido, y es poseedor de un Espíritu cuya capacidad de juicio es infinitamente mayor que lo artificial del conocimiento. Por lo mismo, argumentar que ‘la ignorancia’ es la carencia de ‘saber’, corresponde a una interpretación mundana que pretende justificar el dominio de los intelectuales y estudiosos, los doctos, por encima de ‘la chusma’ que debe ser sometida como redil. En Cambio, La Sabiduría Cristica nos enseña que ‘ignorancia’ para El Cielo es NO asumir la verdad que ES y que representa al Ser Humano: no conocerse en su Cuerpo-Mente, no conocerse en los Sentidos y Emocionalidad, y NO conocer al Espíritu que Mora en su Interior. No conocerse en su tridimensionalidad y trascendencia es la verdadera ‘ignorancia’.
Al exponer lo de Cristo en los términos que aquí explicitamos, no podemos partir de la discriminación religiosa, social o intelectual de nuestro interlocutor: sino que confiamos en aquello que sabemos nos ha concedido el Creador por Gracia. Y confiamos que, al declarar a Cristo, será el Dios Vivo el que se hará presente por medio del Alma y el Espíritu en la persona. Entendemos que siendo Dios Vivo…VIVE. Y el receptáculo natural de Dios es el Espíritu en el Hombre.
Esta certeza nos lleva a afirmar que: ‘todo quién escucha y/o lee el Orden de Cristo para la persona, entiende, comprende’. No juzgamos niveles o calidad. Sabemos que la verdad es una semilla que busca tierra fértil en la verdad interior de la persona.
La Sabiduría nos advierte ante quienes alegan ‘no entender’ aun en esmero de explicaciones múltiples, ejercicios varios y lecturas desde diferentes ejemplos… Si se explicita una Verdad de Fe o Espiritual por tres veces en forma simple y clara, ojalá acompañada de ejercicios contemplativos o rogativos, se debe considerar que tal asunto ya está inserto en el entendimiento o comprensión de quién recibe.
Cuando, a pesar de obtener planteamientos variados y diversos sobre un mismo tema o doctrina, se insiste en la ‘no comprensión’, o en la ‘dificultad para entender’, es que estamos ante ‘la voluntad para no aceptar aquello que se nos pone enfrente’.
La ‘Buena Voluntad’ que Cristo nos enseña es colocar la plena disponibilidad para ‘entender, para ‘comprender’ aquello que Él enseña, mandata y ofrece a los Hombres para su Salvación y Redención.
‘Aceptar’ es la acción interior que lleva ‘la comprensión’ a la Certeza. La Fe se nutre de Certezas, no de esperanzas. Al ‘Aceptar’ a Cristo y su enseñanza, se está nutriendo la Fe con seguridad de contenidos.
Entendemos entonces que al alegar que: ‘no se comprende o entiende’ es en realidad: No Aceptar. Es decir: negarse a convertir una verdad espiritual o doctrina de fe en Certeza Personal. Esto hace inútil e inconducente la tentativa de seguir enseñando infinitamente a quién dice ‘no entender’, porque en verdad lucha para ‘No Aceptar’, y está adquiriendo ‘conocimientos’ y no nutrición para su fe. Esto, persistir en instruir a quién ‘niega nutrirse’, equivale a ‘entregar la perla a los carroñeros’.
Aceptar puede quedarse en las instancias del nuevo saber, de las herramientas que sirven para superar aspectos humanos o un pasado que frena o traumatiza, o aporta cumplir con nuevas actitudes y maneras de enfrentar la existencia… Y eso es bueno, pero al estancarse exclusivamente en dicho plano, pasa a conformar un cuerpo de creencias o de nueva religión, o resulta un método terapéutico para mejor adecuarse al Mundo y su sistema.
Asumir es el gran salto que exige determinación espiritual y fortaleza de Fe.
Aquello que se ha comprendido y se ha integrado a la Aceptación, ahora debe pasar la frontera que rompe con lo anterior y propone un Nuevo Orden de Vida.
Asumir es la simbiosis del Ser con su Dios. Sólo Asumiendo el Hombre logra la construcción del armado legal de su Conciencia, y ésta se une a La Sabiduría del Cielo. Es decir, nadie jamás comprenderá y menos podrá aceptar lo divino si antes no Asume su Pertenencia Plena con el Orden de Cristo.
Asumir requiere renunciar a lo profano y desechar cuanto se adquirió bajo el conocimiento del sistema del Mundo.
¿Por qué ‘Asumir’ es la gran muralla? ¿La que, de no sobrepasar, obstaculiza la coherencia de fe en el Hombre que ha optado por el Camino Espiritual? Pero mientras en el proceso de Entender o Comprender, y de Aceptar, hay niveles de ‘control’… el relativismo todavía juega un rol en las variantes de pensamiento, y la medida de la profundidad de tales asuntos aún se mezclan con necesidades, aspiraciones e ideas que incluso parecieran buenas, vigentes y hasta ‘de derecho propio’… En el Acto de Asumir, en cambio, se pierde el control acostumbrado, se traslada el centro de Sí Mismo a poderes que el Hombre no maneja y no conoce aún, pero en los cuales debe confiar y entregarse, y debe morir, literalmente, para renacer bajo un Orden diferente que pudiera atisbar o intuir, pero que conocerá en su realidad solamente cuando Lo Viva.
Los santos y sabios de la antigüedad lo llamaron: ‘el salto al abismo’, pues en realidad es la entrada a la vacuidad sin vista de fondo, como regresar al vientre de una gran madre que no es humana. La bestia es domada, el ego es destrozado; el Mundo queda ante la vista, del que Asume, por lo que este es: una gran mentira. ¿Quién puede enfrentar esta Verdad y Realidad para luego retornar a la máquina de la ilusión y de la maldad?
Asumir es un acto de Conciencia, una Opción libre y voluntaria. Requiere Entender o Comprender, Aceptar, y luego llevar el conjunto nuevo a la construcción interior de Sí Mismo.
Ahora Cristo es Mi Dios indiscutible, absoluto y eterno. No hay espacio alguno en el Nuevo Orden para la duda, el miedo o la negociación. Y si Cristo es Dios eterno: se Asume a Cristo en y para Eternidad… no para temporalidad. Y siendo Dios parte del Espíritu en Mi Persona: Asumo al Espíritu como único vehículo y conducto para gobernar mis decisiones y mi relación con el Mundo.
El Nuevo Orden que se estructura en La Persona no concibe juzgar a Dios según medida y efectos humanos o mundanos: sería una blasfemia. El Ser Asume que su carnalidad y temporalidad están sujetas a leyes naturales, y usa el carro de su ‘ser humano’ para cumplir con la siembra espiritual que encomienda el Orden que Le Vive.
Asumiendo Ser Espiritual antes que Carnal, la Persona pertenece a La Vida, es decir: tiene entrada al Orden macro por condición Interior. La condición y presencia del Ser Espiritual –Asumido en absoluto- puede parecer ‘mágica’ o ‘milagrosa’ o ‘poderosa’ para el Mundo o el mundano. En realidad, desde la Vida y el Orden que rige desde adentro a la Persona Asumida, nada es excepcional, sino que es lo material y lo profano aquello que, ante su percepción y vista espiritual, aparece como superficial, insólito en la dependencia, demencial y tremebundo en su ‘poder’.
Las Virtudes constituyen la base Moral del Asumido. Nada es ‘sólo’ teoría: todo es vivencia y verdad. Las Leyes de Cristo se entrelazan en La Persona como coraza que prepara al portador para pasar por la muerte y no morir. La Resurrección no es una idea, sino digna preparación para merecer el más alto Lugar en la Casa del Creador. Se ha renunciado a ‘la existencia’, y aún en este Mundo y en La Carne, se aprende el arte de la Administración de Sabiduría.
Asumir es llevar lo de Cristo a la construcción de la Persona que ahora Vive y trabaja para su Dios.
Para Asumir, es menester pasar por la Comprensión sin enredos ni peroratas, simple y llano. Hacer Consciente la Aceptación con Voluntad de Fe y gozo espiritual. Porque si hubiese pesar, dolor, duda o miedo… entonces mejor es la honestidad de la No Aceptación.
Estancados en la Aceptación… mezclado con control, negociación, parcelas de ‘propio derecho’, mundanidad insustituible, carnalidad imprescindible, perspectivas humanas irrenunciables, miedo, dolor, culpa, dudas, deseos, intelectualismo, bajas emociones, necesidades que dominan los sentidos, exigencias que ponen a prueba a Dios… significa que se es presa del relativismo. Es cuando la Honestidad de renunciar al Salto del ‘ASUMIR’ para mantenerse con Empeño y Disciplina en ‘la Aceptación’, se mide por Ofrenda y voluntad declarada para caminar lento, pero siempre con lealtad y rectitud. Es decir: el ‘Camino Espiritual’ y el Logro de la Coherencia de Fe, pueden tardar, ser lerdo y dificultoso, y no por causa de su naturaleza divina, sino por la naturaleza del Hombre. En tal caso cabe la Honestidad, la lealtad y la rectitud. Es cuando La Bondad y la Virtud pueden ayudar a que el freno ceda y las pisadas se hagan firmes.
A nadie ‘se le exige’ el Salto que lleva a ‘Asumir’ un Orden interior que es una mutación que separa al Hombre de su condición Carnal y lo eleva a su realidad divina. Sin embargo, se pide al Hombre de Fe que en su ‘Aceptación’ se haga fuerte, siempre avanzando, y esmerándose por hacer de La Virtud, y de la Disciplina Espiritual, su carro y su modo de No Caer.
La clave para No Caer, manteniéndose firmes en ‘La Aceptación’, habiendo declarado en Honestidad la imposibilidad para ‘Asumir’, es la Siembra en otros, la expansión de la luz obtenida entre aquellos que vagan en la oscura búsqueda, la entrega de las verdades para Comprender, que ahora se trasvasijan en muchos para que también ellos y ellas rompan ‘la ignorancia’ y entren por los Caminos de la Conciencia y de las Decisiones.
La Caída es segura cuando quién ha ‘Comprendido’ y ‘Aceptado’ no se manifiesta en Honestidad ante el salto del ‘Asumir’, o bien queda estancado en su declaración, llevándose a la intimidad individual un tesoro que podría salvar e iluminar a muchos. Guardar la luz debajo de la propia guarida es un acto de negación a Cristo. Para el relativismo, dicha acción egoísta, es natural y hace parte de la ‘libertad’ del sujeto. Si así se lo considera: ya está caído.
2.-
El perverso relativismo que el cainismo ha inoculado con suma eficacia conlleva el mal de la apostasía como estructura mental y forma de sentir. Según aquello: se ‘puede’ Entender lo de Dios y luego hacer con ese tesoro cuanto la vanidad y el ego quiera y desee. Permitido está ‘interpretar’ ‘adecuar’ ‘tergiversar e inventar’. Al final: se habla parecido, se dice en apariencia lo mismo, se recitan los pasajes conocidos del Libro… Pero no se concluye lo correcto, nunca se llega a la Verdad que Dios instaló en lo declarado, y siempre se acarrea agua sucia al molino del pastor o mandamás, o del simple individuo. Se ‘puede’ aceptar lo de Dios, para enseguida negociar qué, cómo, dónde, cuándo, e iniciar una oscura senda de conflictos, de cuestionamientos, de pretextos, de crisis, de estancamientos, de momentos efusivos, de alturas rápidas y bajíos prolongados… En fin: el ‘proceso humano’ que Cristo ‘debe’ entender e incluso ‘servir de consolador’.
Desde Lo Cristico no se ‘condena’ la lentitud o las decisiones que significan tomar el ‘camino largo’, sino que se enjuicia, con severidad, la instrumentalización de lo Espiritual y de la Fe para asuntos mundanos y de baja emocionalidad. La mentira, la manipulación, la intencionalidad y el doblez son taras cainitas intolerables en el Camino Espiritual. La Honestidad ante la Fe y el Camino de Cristo se mide cuando se llega a la ‘Aceptación’ y no se cae en el mañoso manoseo de la doctrina, de las formas y de los modos de meditar, orar y ejercer la Coherencia de Fe. Hay Honestidad cuando la Aceptación toma en consideración la renuncia y el sacrificio que no se está en grado de realizar, y se emprende una senda larga de pruebas y de aprendizaje bajo la claridad de los propios límites.
Cuando Cristo indica que bajo su Misericordia todo Ser de Buena Voluntad y de corazón Recto tiene cabida, estamos partiendo precisamente del empeño por Discernir al propio Ser para llegar al Espíritu y desde el Espíritu Entender y Aceptar los Mandatos del Dios Vivo. Esa ‘buena voluntad’, dicha Rectitud, es la que amerita la plena Misericordia de Cristo. Sin embargo, la soberbia del Hombre ‘exige’ que por haber ‘entendido’ y ‘aceptado’ lo divino, ahora éste debe servirlo, esperar, condescender y hasta someterse a su ´proceso’. Y en un grado de altanería cainita que resulta demoniaco: se siente acogido y elegido cuando interpreta y cree que —supuestamente— Cristo cede en su Ley y amolda sus caminos a los vericuetos emocionales, mentales, mundanos y humanos, y va rebajando sus normas para que el Hombre no se quede al margen de la salvación. A esa artimaña llaman ‘misericordia’. Tal cosa nunca ha existido y es una peligrosa quimera nacida de la rebelión cainita más íntima y arraigada.
El cainismo sopla que aquel que ha ‘entendido’ y ‘aceptado’ debiera ser ‘asumido’ por Dios sin sacrificios ni renuncias: como en un rapto en el cual el Hombre nada más debe esperar en el cumplimiento formal de su religión, creencia, ritual o culto. Nada interno. Menos ‘construir verdad interior’ o ‘coherencia de fe’; tampoco ir estructurando leyes divinas en la Persona Nueva… No… nada de aquello: simplemente ‘esperar’ a que venga la parusía y nos lleven a un nuevo mundo paradisiaco.
Cristo rompe con la Gran Mentira del cainismo y su pernicioso relativismo. Para que el Plan Cristico falle se hace urgente considerarlo, entenderlo y aceptarlo para luego destrizarlo por dentro, deformarlo y hacerlo inútil: eso es la apostasía. Y como Cristo es Absoluto, cualquier modo, forma, método o intención que rompa con esa condición, emprende la huella mustia de la perfidia y deserción.
Asumir es simple y fácil si se concibe que la ‘Aceptación’ debe convertirse en Vida y en Verdad Interior. Es maravilloso si se Asume que las leyes de Cristo ahora serán Mis Leyes, mis huesos y músculos, mi Nuevo Ser. Este Salto se torna opaco y complicado cuando el ser Humano está aún lleno de necesidad y expectativas mundanas, y su ego y su emocionalidad oscura todavía empujan al deseo y a la ensoñación de los ideales. El control y el miedo suelen ser los frenos más densos y solapados. La mente artificial juega su rol mediante imaginerías y estructuras psicológicas que parecen determinar la contextura real de la Persona… no su Espíritu, su Alma o su mente natural… De este modo los artificios se hacen realidad y colocan sus condiciones. Surge la negociación.
Conociendo al Hombre y su historia, entendiendo la cualidad dual de este mundo, y sabiendo el plan de perdición del cainismo y de su sistema mundano, el Cristo Dios no exige que todo quien lo reconozca como a su Dios Salvador llegue al buen punto del Salto del ‘Asumir’. Pero todo Ser de Fe debe saber que las puertas al Cielo están abiertas. Que no cualquiera y de cualquier modo accederá, pero que bajo el Orden Cristico sí se pueden alcanzar sus umbrales. Nunca podrán alegar que en medio de Tiempos de Tribulación el Dios Justo se olvidó de los Hombres. Si acaso, el Cielo podría argumentar que precisamente en Tiempos de Crisis el Cielo se acercó al Hombre y pocos quisieron entrar bajo sus portales. Podríamos agregar que ‘muchos fueron los que se quedaron en las bermas protestando porque no se les aceptó con sus cargas, cadáveres y pretensiones’.
Si ‘Asumir’ resulta en un Salto Imposible, entonces convierta el Ser de Buena Voluntad y de Honestidad probada el ‘estado de la Aceptación’ como su largo campo de prueba de Virtud, de Fe y de Verdad, en combate y en lucha, usando las herramientas Cristicas para No Caer. Porque, cuando se hace imposible ascender, el objetivo primordial y esencial es NO CAER. Y ‘Caer’ es insertar en ‘la Aceptación’ el bagaje Cainita, y aplicar con alevosía la maña del relativismo.
Asumir comienza cuando se concibe, sin discusión o espacio de duda, a Cristo como ‘Dios hecho Persona en mi Persona’. Entonces, esa Persona NO puede ser la misma que anduvo por la existencia y el Mundo: es cuando cada aspecto de Ley de Dios debe integrarse a la Verdad Interior en la Nueva Persona. Es el Hombre quien ‘toma’ lo de Cristo, y lo integra a su Ser con el sello de la renuncia al pasado, bajo convenio de fidelidad plena con Lo Nuevo. Es un acto de Construcción desde adentro. Cuando el Ser culmina su propia restauración: se somete a Dios para que su Poder Selle y perfeccione aquello que el Hombre Nuevo ha realizado desde su Entrega.
Si poseemos Espíritu y Alma, y ya tenemos al Cristo Vivo: ¿esperamos que vengan los poderes del Cielo a trabajar en nosotros? Eso nunca sucederá: porque dos elementos vitales son sagrados para la obra divina: La Libertad y la Conciencia. Y el acto de ‘Asumir’ es justamente el cenit de la Dignidad, que coloca al Hombre como a su propio agente, haciendo uso de aquello que Dios entrega para ensamblar Lo Sacro en su Interior, y generar a la Nueva Persona que ahora Vivirá de eternidad en eternidad.
La Dificultad
Todo lo expuesto, así como lo expresado y publicado ampliamente en otros textos y medios, explicando la Fe Cristica, y en qué consiste Ser Cristico, chocará con un muro imaginario que posee mucha consistencia real para quienes se arriman a su pretexto.
La Dificultad que Cristo exponía ante los fariseos era que ellos no entendían su Palabra, porque no creían en Él, y en aquello que Él declaraba. La misma problemática podría argumentarse hoy: que no creen en lo textual de cuanto Cristo declara o se lee en los Evangelios y Testimonios sobre su realidad divina y salvadora; aun tomándolo como religión o creencia, igual se niega la Entrega Plena que exige la Fe honesta y verdadera. Es decir, hoy es posible ‘creer’ para, enseguida, ‘fabricar’ al cristo que complace o se requiere según visión mundana o esencialmente humana, exento de Espíritu y espiritualidad.
Superada esta maniobra de apostasía y de juego cainita, quedamos enfrente de una realidad divina que parece litigar con nuestra condición Carnal, emocional, material y mundana. La misma que el Cristo Dios, en su verdad, ha provocado en los tibios que pretenden someter la realidad de Dios según las necesidades de los Hombres: la causa de las religiones y de la institucionalidad de la cristiandad.
Sin embargo, manteniendo distancias de la historia y de la evidente apostasía que niega a Cristo en el nombre de ‘Jesús’, llegamos al mismo punto que ya otros, en casi dos mil años, han vivenciado y ante lo cual han debido Optar: seguir a Cristo Dios en Espíritu y por Coherencia de Fe… o quebrarse ante los dogmas y exégesis institucional para no sufrir aislamiento o condena por ‘locura mística’.
Romper el molde mundano y religioso —y saltar el muro que el sistema del Mundo ha montado para mantener a la fe entre los márgenes del Control del cainismo— es una osadía que en estos Tiempos de Tribulación —y de exposición de las mentiras estructurales del modelo— podrá parecer más fácil, necesario y evidente. Y en parte es así: pues bastaría la honestidad ante Hechos y Acontecimientos en el Mundo para hallar y toparse con los Orígenes que se han negado por siglos: en Cristo siempre estuvo la respuesta.
Lo Cristico no reconoce parte de la historia nefasta que ha contradicho por mucho a Cristo…en el nombre de ‘Jesús’. Vuelve a la indicación del Cristo Vivo ante la samaritana en el pozo de Jacob: es el tiempo de Orar En Espíritu, y ya no hay necesidad de buscar este monte o el otro, o esta sinagoga o capilla. El Hombre ya Salvo por Cristo puede Orar En Espíritu y ASUMIR a Cristo como único Camino al Padre: la senda de la Resurrección, de la Vida y la Verdad. Para que aquello se haga ‘PERSONA’, es urgente el Salto, que, por fin, rompa el muro de la Dificultad humana para Comprender, Aceptar y Asumir a Cristo como Camino que se debe recorrer con Verdad y Virtud.
Esta Dificultad se halla arraigada en la concepción cainita inoculada por siglos por el Mal, todo lo cual ha ensalzado al Humano a una calidad y cualidad que en realidad no posee (un pequeño dios en la materia).
El programa o modelo del cainismo encierra al Humano en una ‘realidad inexistente’, que muere no apenas el Hombre abandona el microcosmos, y de inmediato cuando logra romper con los límites temporales. Por lo mismo, la prohibición y la inhibición ante Lo Espiritual están dirigidas a causar un enfermizo apego del Humano por su carnalidad, materialidad y temporalidad, en modo que, nunca jamás, se atreva a descubrir que es poseedor de un Espíritu que puede liberarlo del cadalso en el cual lo ha hecho prisionero el sátrapa cainita.
Cristo es el Dios Liberador: no solamente porque es verdadero y poderoso, sino porque Su Gracia vive en el Espíritu del Hombre, y este poder se activa por la Fe llevada a lo absoluto de La Persona. He ahí el motivo central de la Dificultad provocada: que nunca se llegue a Lo Absoluto.
Se entiende que la obediencia no es ‘hacer caso o seguir como oveja, a algo o alguien’, sino que hay Obediencia cuando se Asume Lo Absoluto, porque en Lo Absoluto no hay ‘dos verdades’, y menos ‘varios caminos’ ni ‘muchos dioses iguales y sin diferencia’.
Si Cristo es Dios Absoluto, no habrá otro Cristo, sino Aquel que Él mismo declara. Y si es el Dios que Conduce al Creador, porque es Uno con el Origen, entonces, solamente desde Cristo podemos enterarnos del Orden de los Cielos y sus divinidades y realidades. Ningún Hombre o religión puede definir Lo Celestial si apenas entiende lo terrenal y construye su poder sobre cuestiones de este Mundo, y para control de otros Hombres.
La Obediencia se vive desde Lo Absoluto. Y la Dificultad surge en el valor perverso del relativismo, que no logra concebir Lo Absoluto y lo siente como una tiranía que mermará todo ‘posibilismo’ y ‘libertad’. Se teoriza ‘lo absoluto’ como lo entiende el Manipulador: una posesión, una imposición, un elemento de aniquilación del ‘libre albedrío’. Y como de corazón se tiene por padre al Mentiroso, y se cree en el sistema del Mundo, entonces la Dificultad crece hasta alzar una prominencia ríspida e inexequible.
También se entiende —se quiere concebir—‘lo absoluto’ como una especie de fanatismo o de abandono con ‘obligado aislamiento’, o se alza como la ortodoxia llevada al miope sectarismo. Nada de aquello. Lo Absoluto para el Hombre, aun en este mundo dual, y en combate por el Bien en contra del Mal, corresponde a La Coherencia de Fe, a la Disciplina Espiritual, a La Moral como jurisprudencia de su Conciencia, a la aplicación en Obras de la Verdad Interior, a la Siembra de la Luz de Cristo entre quienes carecen de su Verdad. En fin, una existencia Asumida en su pasaje y temporalidad, pero que Espiritualmente se prepara para trascender por Resurrección y ser Medido por Lealtad para con su Dios.
Lo Absoluto es ASUMIRSE, tal y como Cristo nos enseña. Es Absoluto porque no queda ni un pequeño rincón en el Ser que no sea indagado, conocido, iluminado y administrado bajo la Ley de Cristo.
La Dificultad esconde o trata de disimular una Opción de Pertenencia: se ama al Mundo, no se rechaza íntimamente al Mal y su engaño, se quieren los supuestos beneficios del modelo de Caín, hay arraigo emocional y Carnal por los goces que brindan: el dinero, las pasiones, las necesidades y sus desafíos, la autorrealización, el reconocimiento y la hipotética paz de la materialidad. Emerge, entonces, la realidad cayéndose de su sustento; se corre el velo del timo, dejando en evidencia a la Tribulación y su violencia; los gobiernos se tornan vulgares y ya nada parece responder a las ideas de satisfacción y seguridad… Ahora se mira a Cristo para hallar respuestas: y se topan con el mismo Cristo de siempre en su Verdad y Camino. ¿Lo aceptarán ahora?
En este lapso de turbulencias, la Dificultad ha subido su nivel, en cuanto se puede Comprender a Cristo tal como Él siempre ha sido, y se pudiera Aceptar la Verdad de Cristo, tan severa y drástica, según barómetro humano-mundano… Pero ahora alcanzamos la última frontera: ASUMIR lo Absoluto de la Vida, de la Resurrección y la Verdad. Los Hombres van llegando tarde a la Hora del Salto, y Dios no detiene su Plan.
Lo Cristico no surge para armar una iglesia, nueva o diferente, ni aumentar en religión al Mundo. Tampoco enjuicia aquello que religiones e iglesias hagan de suyo. Viene a sembrar en el Hombre, en La Persona, al Cristo que siempre ha sido, tal como Él Es y se presenta.
Es cierto, también en aquellos que han Comprendido y han Aceptado al Cristo como Dios Salvador —y Realidad que conduce a la Vida— surge el impedimento para Asumir. Quedan entrampados en los viejos recovecos del relativismo y de los cantos de sirena del cainismo. En verdad: muchos que se han hecho ‘cristicos’ por Comprensión y Aceptación han quedado varados ante la Dificultad. Porque Asumir les resulta tremendamente complicado, un misterio inalcanzable. No porque lo sea en realidad, sino porque La Pertenencia está ahora dividida entre dos reinos, y quien queda cazado entre dos poderes es una presa fácil para los arcontes y los miedos que finalmente lanzan a la víctima a la condena de los tibios.
¿Cómo vencer La Dificultad? La respuesta es fácil de decir o escribir: Con Fe. Pero desde la oscuridad, esta contestación tan real como poderosa, se disipa como frágil nube.
El valor de la Disciplina surge aquí como elemento transportador hacia nuevos mares. Se adquiere Disciplina cuando algo no se posee, no se tiene, se quiere alcanzar, se opta por lograrlo y hacerlo de Uno Mismo. Justamente, la Disciplina aporta con lo nuevo que es necesario para dar el Salto de Calidad que exige la nueva vida. La Disciplina Espiritual posee en La Meditación, en La Oración, en el Estudio con Discernimiento, en Los Retiros de lo mundanal, y en la revisión de la propia existencia — (para arrepentimiento y perdón) — las claves para la Transformación. Son el Rigor y la Perseverancia aquellos factores que nutrirán a la Conciencia. Parte del relativismo es la idea esotérica de que Lo Espiritual surge y se manifiesta por magia, por instinto, por espontaneidad, por milagros, señales y estados eufóricos. Se cree que ‘lo espiritual’ es una constante de percepciones sin orden ni propósitos, sino sensaciones e incentivos para los sentidos básicos. Bajo este raro cristal, obviamente no se requiere disciplina, menos rigor. Por su parte, la mente artificial dicta que la disciplina se concentra en el Conocimiento, y el estudio es castrado de la capacidad para Discernir, porque se desprecian la Meditación y los estados de Quietud en el No-Hacer (estado Contemplativo). Por los subterráneos de la psiquis corre el enojo de Caín que exige a Dios que lo acepte tal como el Hombre es, sin esfuerzos, sin disciplina, sin cambios, sin conciencia mayor, sin aquel Orden que no es humano o mundano. Como si el Cielo y el Reino fuesen ‘un derecho’ que no amerita empeños ni grandes mutaciones.
Los Cristicos hemos sido agraciados con un itinerario gradual que exige Disciplina Espiritual y Entrega en cada tramo. La Construcción de aquel ensamblado de leyes internas que Cristo nos entrega: de a una, de a poco, pero constante y con rigor de Fe: ¿con qué Dificultad se ha topado? Con, nuevamente, el relativismo conocido, con el arcaico sentido de pertenencia material y Carnal que lucha por no perder el Control, y con la desfachatez del negociador que pretende alargar tiempos y condiciones… en YA un proceso suficientemente amplio y misericordioso.
La Dificultad está en el Hombre. El Hombre es La Dificultad.
Mientras el Hombre no revolucione su concepción de Sí Mismo y no rompa con la pertenencia al Mundo, y ASUMA a Cristo como Camino que transforma: que NO ES para lo nimio, no sirve a este sistema mundano, ni garantiza lo material y menos es utilitario para Lo Carnal… entonces, y solo entonces, La Dificultad será vencida: porque el Hombre Se Habrá Vencido desde su verdad interior.
O sembramos al Dios que Nos Vive y nos dará Vida Eterna. O trabajamos para lo Humano que existe para morir. O se pertenece al Reino de Dios o se pertenece al Mundo y su modelo.
Es hora para ASUMIR. Dios es Absoluto y no acepta sino Lo Absoluto. Y el Espíritu es Absoluto. Si hay relativismo y tibieza, no hay Espíritu, ni Verdad, ni Vida.
Dado que el Espíritu no desistirá, aun si se le niegue o ignore; y la Verdad seguirá pujante en su reinado, incluso si se opta por lo relativo; y La Vida superará en su eternidad a las existencias y temporalidades… Por sobre la idea del materialismo y la ilusión de la Carne… El Cristo Vivo perseverará invicto, y los Suyos gozaremos de su Victoria.
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Redactado y editado: Chile- julio 2024